Esta semana se han celebrado los Premios Ídolo, unos premios que Dulceida organiza desde 2022. Y ya han saltado las críticas. Influencers invitados que no han querido asistir porque no estaban de acuerdo con algún nominado, críticas por los nominados en general, que si son de la cuchi pandi de Dulceida, que si siempre es la misma gente, que si, que si.
Y esto me ha hecho pensar que los tiempos son cíclicos. En 2016 organicé los Influence Awards junto con el equipazo de Influencity, la empresa de la que fui cofundadora. Queríamos premiar por primera vez la labor de los influencers. Por aquel entonces ya entendían las marcas y las agencias qué tipo de trabajo hacían pero faltaba el reconocimiento. Y lo hicimos.
Juntamos a 500 influencers en el Palacio de la Prensa de Madrid. Hubo un jurado, nominaciones y la gente entregadísima. Colaboró la MTV, los 40 Principales y mucha gente maravillosa. Vinieron nominados de toda España. Fue la fiesta del reconocimiento. Y todos pusimos mucho amor.
Dulceida lo ha hecho a lo grande. Nosotros lo organizamos siendo menos de 10 personas para el evento (y en la empresa). Dulceida organiza los Ídolo con un equipo de 300 personas. Y claro que los comienzos son complicados y claro que a todo le podemos sacar punta. Pero si los influencers no pueden estar en los Goya “porque no es su sitio”, si no pueden optar a espacios tradicionales, se crean su propio espacio.
Ni defiendo a los nominados ni a los ganadores porque esto no va de si todo bien o todo mal. Va de que ahora si no tienen hueco, se lo crean.
Nada de Generación de cristal ni nada de eso. Hay gente peleando muy duro cada día para llegar a su objetivo. Por supuesto entendemos que los influencers no son una nueva generación como tal, por favor. Es algo completamente transversal. Esto está pasando desde hace más de 10 años y a día de hoy me sigo sorprendiendo escuchando a periodistas y medios preguntándose qué hacer con ellos. Ahora. 2023.
La reflexión me ha surgido porque el otro día fui a una charla con diferentes periodistas que hablaban del futuro de los medios. Y salí “encesa en flama” que decimos en Valencia.
Alguien de un periódico (no cito porque no toca) respondió que el plan de los medios para volver a captar a la gente joven es resistir. Toca’t el nas, Mariló.
Resistir. 2023.
Me imagino a los periodistas saliendo a cantar en los polígonos al lado de las rotativas el Resistiré a las ventanas mientras la gente de pronto y por sorpresa, en 2023, ha decidido seguir a personas en lugar de a medios.
Soy ferviente defensora de la Prensa, de la prensa bien hecha y del papel de los periódicos. Me emociono al descubrir de pronto un periodista de los de oficio, de los que busca el hueco. Pero esto no va de los periodistas, va de las empresas en las que trabajan. Que no han visto venir el cambio. Pero es que parece que siguen sin verlo.
Como ejemplo de que cada uno se busca el hueco tenemos a Laura De Chiclana, la periodista que se fue sola, sin ningún medio detrás, se compró su caso y su chaleco y a Ucrania en cuanto estalló la guerra. Una vez allí y haciendo sus propias piezas, la fichó Mediaset. Y allí sigue. Por su labor ha ganado el Premio a la periodista joven del año de la Asociación de la Prensa de Madrid.
He escuchado a periodistas proponer ideas brutales a “los de arriba” y ellos, desde sus sillones, han rechazado cualquier soplo de aire fresco. Y años después tenemos una sociedad desconectada de los medios. ¡Qué sorpresa!
Las cabeceras a los de 25 para abajo ya no les dicen nada. Si intentas conectar con los medios y entrar en un digital tendrás el 75% de la pantalla ocupada con publicidad y tras tres clicks y chorrocientas ventanas abiertas que no sabes ni cómo ni porqué, podrás acceder a la información. ¿Pero la información no debía ser inmediata? Si tengo que dar tantos pasos me voy a Twitter o a Instagram o a Tik Tok que me resumen las noticias en un minuto.
¿La prensa no debería traer información veraz? Sé lo que me vais a decir, a ver, que he trabajado en marketing político y sé cómo la vaina. Y todos sabemos aquello del clickbait. Pero se han pasado de frenada. Cuando llegas tarde y quieres monetizar a toda costa lo haces mal. Venden su espacio, simplemente. Y mueren en eso.
Los medios son mucho más que espacio, que píxeles y que banners. Pero claro, los que amamos los intangibles no estamos bien vistos en la época del “todo se mide. Lo que no se mide no existe” No ni ná.
Y claro, así encontramos noticias tan relevantes en los medios como “Descubre cómo ha adelgazado tanto Vicky Martin Berrocal”, “Una persona se quita una tirita y lo que pasó a continuación te sorprenderá” y cosas de esas que sólo restan. Resta imagen, resta credibilidad. Esas cosas sin importancia que no se pueden medir. Uy!
Porque otra de las cosas que escuché es que había que contratar matemáticos.
Ahora. 2023.
Claro que sí. Eso hace años, sí. (Y siempre son importantes) Pero las redes sociales llevan desde hace tiempo contando además con psicólogos para que analicen cómo captar tu atención. ¿Y si, como idea loca, escuchamos a la gente? ¿Y si, como propuesta loquísima, escucháis a los redactores que tenéis currando a pie de calle?
Pasa el tiempo, hay pérdidas, se despide gente… Y claro cuando lo que ofreces ya no es de alta calidad, ahora, con ese listón bajo, quieres conectar. Estás en otro escalón amigo. Y ellos están arriba, no tú.
La BBC lo ha hecho muy bien. Claro que los locutores han pasado de dar sus noticias de radio vestidos con smocking como señal de rigor y respecto máximo a sus oyentes a hacerlo de una manera más práctica. Pero tú escuchas la BBC y sabes que será de calidad (por supuesto nos venderán sus tendencias y su opiniones) De hecho la parte de la radio se transformó a BBC Sounds hace años cuando vio y entendió el auge que iban a tener los podcast y el audio en general en un futuro cercano.
Todo se reduce a que ya no queremos que LOS MEDIOS nos hablen. Sabemos que son empresas, con intereses y todo lo que eso conlleva a día de hoy. Queremos que nos hablen personas. Os podría nombrar a los periodistas que sigo de cada medio, periodistas, reporteros, etc… y no sigo a esos medios. Quiero que ellos me lo cuenten. Y son ellos los que producen el engagement, para los que miden; la conexión, para los que nos parece que nos hablan directamente a nosotros, que si los veo por la calle les doy un abrazo y les saludo con un ¡Hola! ¿Cómo te va? Porque para mí son como de casa.
Antes no había casa sin periódicos. Ahora no hay casa sin personas contando las cosas, en nuestro móvil.
Que los medios no estén ahí no es culpa de la gente, es culpa de ellos mismos.
Y digo esto rodeada de periódicos y revistas porque es mi placer de domingo, al sol y a pasar la mañana. Pero además leeré las newsletters de personas (aunque trabajen en medios), escucharé podcast de personas (aunque estén respaldadas por un medio) y me informaré.
Así que si sois un medio, pilla a una persona que esté acabando la carrera, espabilada, con ganas, dale un móvil, buena conexión, lo enfundas en ropa chula donde tu medio sea visible y libertad para crear. A ver qué pasa…
La prensa no ha muerto. Larga vida a la prensa.
P.D: Mención especial a periodistas como Marta Hortelano que nos llega al cuore con su newsletter, a reporteros como Carles Navarro o Manu Lajarin que nos cuentan en directo y a través de Instagram lo que van a contar en la tele y porqué están en tal sitio o hablando con tal familia o Paloma Abad que nos cuenta la trastienda de los cosméticos y nos muestra algo que me chifla y que hace de mis lunes menos lunes: los armaritos de cremas y perfumes de gente interesante.
Amén. Suscribo cada una de tus palabras. Ya estudiando la carrera hablaban del fin de los medios y yo alucinaba como no se hacía nada para remediarlo. Y ahí seguimos... Se ha roto su monopolio y no saben que hacer. Y tampoco confían en su gente, como dices tú, en sus personas. Nunca han sido buenos tiempos para la prensa, pero jamás había visto yo tanta resistencia a adaptarse...